Los perros no disimulan

El perro y el hombre utilizan impulsos táctiles para comunicarse, en parte, a través de gestos ritualizados. En el hombre un gesto no siempre guarda relación directa con sus sentimientos. El hombre puede saludar a alguien con aparente amabilidad aunque la otra persona no le resulte simpática. El hombre puede utilizar gestos ritualizados y ocultar así nuestros sentimientos. Eso el perro no lo puede hacer. Los perros no pueden ocultar su estado de ánimo. Los impulsos táctiles tienen para el perro un alto contenido de verdad. Sería extrañísimo que un perro, por ejemplo, lamiera primero a otro y, al momento siguiente, le mordiera la pata.

¿Cómo siente el perro?

El perro tiene muchos puntos sensitivos. Dependiendo de la situación, al rozar esos puntos se desencadenan unas sensaciones muy concretas que se asocian al respectivo ciclo funcional. Pero ¿qué sabemos de esos puntos del perro? ¿Qué sabemos de lo que significa cada roce en cada punto del cuerpo? ¿Qué sabemos de lo que dan a entender determinados impulsos táctiles y de lo que provocan? Entre los perros, lo impulsos táctiles tienen una gran importancia. Los utilizan para comunicarse. El hombre los suele emplear de manera superficial e inconsciente: le damos palmadas en un costado como si fuera un escalope, le frotamos la cabeza o le pasamos la mano, un tanto insensiblemente, por el pelo del lomo para mostrarle simpatía, o bien empleamos impulsos táctiles para castigarlo, sin tener realmente clara la importancia que da el perro a cada uno de esos roces. A continuación mostramos algunos ejemplos:

  • El agarre del hocico

El perro emplea señales táctiles ritualizadas como el agarre del hocico. Para ello, un perro rodea con el propio hocico, el hocico o toda la cabeza de otro perro. Esto tiene importancia, por un lado, para la educación, pero por otro, afecta a la conducta de la crianza. De ahí que se trate de una señal muy “íntima” que da por hecha la confianza en el compañero social. Este gesto ritualizado se utiliza durante el juego en la interacción pro-social, a menudo, en el sentido de “mantén la distancia” o “ahora no”; no me apetece o no tengo tiempo. Este gesto frena la afluencia de señales de una manera agradable, no agresiva. El hombre, en cambio, suele utilizar el agarre del hocico para corregir todo tipo de conductas equivocadas del perro, y lo hace en momentos en que un perro jamás utilizaría esa señal táctil. Todavía no he observado nunca que un perro recurra al agarre del hocico en un enfrentamiento agresivo.

  • Acariciarle la cabeza

A muchos perros no les gusta nada que les acaricien en la cabeza. Las causas posibles son las siguientes: que el perro haya sido criado aisladamente, que esté atado a una cadena, que tenga insuficiente contacto corporal positivo, que el hombre emplee este gesto arbitrariamente o con demasiada precipitación, que lo toque sin cuidado , que adopte una postura del cuerpo en apariencia amenazante o que no mantenga la distancia adecuada.

Aunque hace ya años que se ha desmentido, aún sigue viva la leyenda de que las perras agarran a sus cachorros por la nuca y los sacuden para castigarlos. Y por esta razón, muchas personas agitan a sus perros por la nuca a modo de castigo. ¡No nos cansaremos de repetir que las perras no sacuden a sus cachorros! La sacudida por la nuca puede ser entre los perros una forma extrema de reglamentación (castigo); en realidad, sólo se produce durante las peleas serias y, en ocasiones, puede provocar la muerte del congénere. Esto puede verse ya en que el perro, cuando va de caza, utiliza sacudida de la nuca para matar a la presa.

Con frecuencia vemos que un perro apoya (de manera diferente, dependiendo de la raza) la cabeza sobre la nuca de otro perro. Esta seña tiene en algunos ciclos funcionales un carácter simbólico. Se puede interpretar como una exhortación al reconocimiento del rango. Y por otra parte de quien lo consiente, como un reconocimiento de la posición del otro. Dentro de una relación de confianza, esta señal introduce también un juego de apareamiento. Mostrada como gesto de reclamar una posesión, puede también ser un mensaje enviado al grupo.

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