Entendamos el carácter y características de nuestra mascota.
En principio, las reglas básicas de la educación del perro son aplicables a todas las razas caninas. Sin embargo, para tratar de educar bien al perro, mejor desde que es un cachorro, conviene ser consciente de las características específicas de cada raza. A un perro protector del ganado no se le puede convertir por nada en el mundo en un perro de caza apasionado que coopere perfectamente con su dueño. Y, a la inversa, un setter inglés no vigilará nunca un rebaño. Pero todas las razas obedecen a las reglas básicas de la comunicación canina, en las que ahondan a través del juego social. La presa, por ejemplo, constituye un aspecto social considerable para los perros. La presa, cuando va ligado al juego social, suele guardar relación con la jerarquía en torno a la comida. En el juego social, como en cualquier interacción social, se prueba siempre el caso de emergencia. Los acuerdos tomados en el juego social tanto entre un perro y otro perro, como entre hombre y perro, son siempre vinculantes, en especial para el futuro. En esto el perro no hace distinciones. Con una buena comprensión de las motivaciones instintivas básicas, si estas se utilizan de manera inteligente, se pueden alcanzar enormes éxitos en la crianza del cachorro y la posterior educación del perro. Por desgracia, todavía hoy se trabaja con demasiada frecuencia siguiendo un programa de ejercicios dirigido y esquemático en el que no se tiene suficientemente cuenta las motivaciones individuales de cada perro. No se trata de condicionarlo para que muestre patrones demasiado rígidos de respuesta al estímulo, sino de aprender a interpretarlo mejor y, por lo tanto, a que nuestro perro entienda el estímulo de modo que, antes de empezar a trabajar con un perro, el ojo del dueño a de estar convenientemente adiestrada. Así se sentarán los cimientos para una relación con el perro ajustado su especie.